domingo, 4 de mayo de 2008

LOS ESPEJOS POR DENTRO-Raquel Martin Gomez.

Espero no sea tan disparatado esto que acabo de hacer, mientras aprovechenlo quienes a tiempo lo vean....








hola‏
De : Raquel Martín Gómez (tierradeambar@hotmail.com)
Envoyé : sam. 07/08/04 12:08
À : carlosperformance@hotmail.com


Hola Carlos te adjunto mis dos poemarios editados y despues te enviaré otras cosas que estoy revisando con calma, me refiero a poemas que tengo sueltos de otras epocas que no han visto la luz aun o que no estan recopilados en algun poemario real. Me alegra saber que estas bien y que estas en casa de Sarmiento y que lees El Nombre de la Rosa, mi hermano Jaime estuvo en la Abadia que Umberto eco menciona en el libro y que ahora no recuerdo, por supuesto que la abadia se destruyó y sobre ella hicieron otra preciosa tambien muy antigua ahora pero que conserva muros y espacios de la vieja. A ver si me envia las fotos que es muy despistado y nunca lo hace. Al final no concretaste nada de tu famoso folleto porque no elegiste los poemas que iban en el, en fin ya me contarás. Dale mis saludos a Enmanuel a Sarmiento y a "todos los que me conocen". Estoy bien gracias a Dios, mi hermana Mari llega mañana a pasar unos dias por aqui de vacaciones. No se nada de Hj está desaparecido aunque ya lo he visto en fotos en una web de rumbas en 8 y medio que tal? Os tengo pilados a todos.

Un besote muy grande cuidate.










Te recuerdo frente al espejo del cuarto
donde todas las noches
tu cuerpo se desnudaba
para vestir esa camisa
que ahora llevo entre mis cosas
como algo increíblemente
amado y vergonzoso

Eduardo Zambrano Colmenares







1

huelo a ti
a descorrer cortinas
y a sándalo
huelo a la sinuosa arruga
de tu vientre
avanzando hacia lo desconocido.









2

quisiera amarte de lado
en un calidoscopio
bajo un cristal
a la intemperie
amarte entre bóvedas
y aproximaciones cálidas.








3

yo avanzaba como un pez
a través de las rosas de agua
una tarde
cuando el viento
no era más que un susurro.


















4

me alimentas
con la palma de tu mano
surgida de un día lluvioso
abajo sigue igual
el croquis de tu cuerpo
borrado descuidadamente
en un lecho.


















5

prefiero la lluvia
y tu rostro detrás de la cortina de humo
Incendiándose
dos corceles negros
en la espuma de un manantial
la taza de té
que con vehemencia apuras.



























6

quemo como flores extrañas
que guardan su aroma
para mejores ocasiones.



















7

estoy perdida entre tus manos
perdida inevitablemente
entre tu dirección
y las huellas dactilares
que dejaste sobre mi frente


























8
tu olor
es el aroma
de todos los hombres
despertando a la noche
ebrios de locura y soledad
con el vino revuelto
en los abrigos
dispuestos a sumergirse
en un canto de sirena.























9

acuéstate
lame las heridas
haz crujir la noche.

























10

es imposible sudar
salir del baño
sangrar por la herida
pensar
y volver a decir
que la soledad
hunde mi cabeza
en el cascabel de un sombrero.
















11

unto mis senos
con aceite dulce
y salgo a la calle
a caminar mi olor
en el dolor
de un solo nombre




















12

la tarde tiembla entre mis dedos
que juegan a saber
del contraste de mi piel
y el color de las sandalias.


















13

digo lunes
y es como el círculo del sol
reptando en la llanura
de tu frente cicatrizada.

















14

derramo el agua
sobre las hojas
y el humo asciende en espiral
hasta la sombra de tus pestañas
que es como descansar
a un lado sin verterse.



























15

dibujo con mi dedo
las palmas amarillas de tus manos
los ojos de pez
que se escurren en mi boca
cuando hacemos el amor
en uno de esos hoteles
a los que no regresamos nunca.

































16

ardo a fuego lento
en la piel prestada de una jirafa
digo mis frases al desnudo
sin rienda
ni luna
sin levantar la menor sospecha.



































17

solía bailar en el fango
o en los rincones
pero nunca dejaba de mirar
la lluvia de cometas
que abandonaban la tarde
sujetos a un hilo invisible
que desaparecía rápido de la mano.




























18

comer de la mano
con la marca en el seno
fruta de tu boca.






























19

era como una uva
en el vientre plano
intentando llegar
al ombligo
que no era muy redondo y perfecto.









































20

el llegó
dejando la marca en el hombro
olvidó la serpiente
enredada en mis tobillos
humedeciendo
la lengua en el espejo.









































21

en el extremo de tu ojo
hay otro
que no mira
pero si vigila
los largos silencios que encierra mi boca
y descubro
la mañana
como una fotografía abierta
y caliente
entre mis dedos.

































22

guardo la tinta invisible
de una carta
que envié el año pasado
ignorando que tal vez
te mudaste cerca del mar
donde no llega el dolor
ni existen bordes.




































23

te vi
preparando café
mientras la tarde
era lamida por los gatos.























24

aún si es otra mentira
voy a soplar
en la ventana
tu nombre.























25

el tiempo
es corto
y suena
a canción
que nunca escucho


















26

descalza
atenta
a mi pie desnudo
convertido en losa.



















27

esta noche
es el espejismo
de un barco
que no naufraga
en el jadeo de una persiana






























28

la palabra
es solo una ola
el grano que se escurre
en un reloj
de arena.



























29

he soltado mi mano
camina sola
violando el blanco
inmaculado del silencio
ya no oigo
el dolor en mis huesos
rompiéndose entre las sábanas
he salido a la luna
bañándome desnuda en su luz
y la sombra que proyectas
en la esquina
donde te detienes aullando.

























30
vengo de aquel jueves
por la tarde
cuando fui a esperarte al aeropuerto
y vacié el aliento
ante la mirada impaciente
de los pasajeros del vuelo
de las seis.






























31

llueve en mi cuerpo
un racimo de uvas verdes
los botones de mi pecho
se han abierto a la tarde roja
nunca estás
donde más se te siente
nunca duermes
sin abrazar la cintura
que parte en dos un templo de lino blanco.























32

el curso de agua
que has dejado en mi pecho
se derrama
desde un punto imaginario
hasta los pies que pisan
el charco de agua de lluvia
del paraguas roto de Ernesto


























33

el cuerpo manchado con la humedad
de ese otro líquido que danza
se rebaja como una loca invidente
hasta tocar el suelo.






















34

compartirte me sacude de tristeza
aguardo entre las hojas
para defenderte
de los espejos rotos.












































LOS ESPEJOS POR DENTRO






Raquel Martín Gómez

No hay comentarios:

MOV02180